Miró su reloj: ya era hora de salir. Terminó su cerveza helada, y fue como si hubiera recobrado la vida. Emoción, euforia y hasta miedo ocultaron sus lentes de sol, y agarró el machete de madera. Vio su reflejo en el espejo por última vez, parecía un hombre de barba y bigote.
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Una guerrera conquistó al congo con los pantalones bien puestos.pdf
Título: Una guerrera conquistó al congo con los pantalones bien puestos.pdf
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