Abstract
La Arquitectura, el espacio público y el arte público del barrio El Prado, ese
patrimonio reconocible en Barranquilla, serán, piezas de un gran y particular museo. Un
museo vivo. El trazado de un barrio Centenario, con anchos andenes y antejardines, el verde
de los parques, la riqueza estilística de las grandes casas, hoy reconvertidas en nuevos usos,
evidencia la historia y la memoria de uno de los barrios más importantes de la formación de
las ciudades latinoamericanas de principios del siglo XX, con la emergencia de los modelos
higienistas de hacer ciudad y los criterios de ciudad jardín. Es vivo, porque sus gentes así lo
hacen. Por ello es un museo particular.